viernes, 11 de marzo de 2011

Entrevista con el físico profesional Henry Stapp sobre lo que la física contemporánea dice acerca de la conciencia

El Dr.Henry Stapp es un físico profesional, especialista en física cuántica y en el estudio de la conciencia humana, quien ha desarrollado interesantes puntos de vista sobre la relación entre la conciencia y el universo físico a partir de los hallazgos más sólidos de la física contemporánea (física cuántica). Sobre la posibilidad de la supervivencia de la conciencia después de la muerte, Stapp piensa que nada en la física contemporánea impide esa posibilidad. En otras palabras, la supervivencia de la conciencia es compatible con la física actual (sin embargo, Stapp añade que si la conciencia sobrevive o no al cuerpo físico, es una cuestión que debe determinarse examinando la evidencia, posición que compartimos totalmente). Pueden leer el artículo de Stapp sobre la física contemporánea y la supervivencia de la conciencia en este enlace.

Lo que sigue a continuación es la traducción al español de una entrevista efectuada al Dr.Stapp, por parte de Ross Robertson. Todo estudioso de la ciencia noética debería familiarizarse con el trabajo científico del Dr.Stapp. Lean esta entrevista y reflexionen sobre ella:

En el colorido y frenético bullicio de la inauguración de la Conferencia sobre ciencia y no dualidad que tuvo lugar en Marin County, California, el año pasado, Henry Stapp, me llamo la atención inmediatamente. Subió tranquilamente al escenario, sin nada frenético o colorido acerca de el, pero apenas empezó a hablar, instintivamente abrí mi computador y empecé a escribir lo mas rápidamente posible.

Había algo en este científico duro provisto de una voz fácil, que vestía un traje gris, y que no malgastaba palabras, que cortaba a través del revuelo de cientos de otras charlas y de powerpoints como si fuera un cuchillo cortando a través de la masa dura y amarga de San Francisco. No lo sabía en ese momento, pero estaba a punto de tener una experiencia rara y metafísica – una apertura hacia el mundo opaco de la física cuántica tan simple y cuidadosamente entregada, que incluso un lego podría entrar y admirar el tema, aunque fuera por solo un instante, apreciar el contorno de un ámbito misterioso del cual muchos hablan pero que pocos entienden.

Stapp, es uno de ellos. El es un físico teórico y una figura altamente respetada de la mecánica cuántica, que trabaja en el Laboratorio Nacional de Lawrence Berkeley, pasado el puente de East Bay. Muy temprano en su carrera de cincuenta y algo años, tuvo la oportunidad de trabajar directamente con muchos de los gigantes mas grandes del campo, incluyendo a los premios Nobel, Emilio Segré, Owen Chamberlain, Wolfgang Pauli y Werner Heisenberg.

También los trabajos de John Von Neuman tuvieron una gran influencia en él en relación a los fundamentos matemáticos de la teoría cuántica, lo que le dio una sensación inicial acerca de cómo la mente y la materia estaban fundamental e inextricablemente vinculados por medio de las reglas de la mecánica cuántica.

Al leer la biografía de Stapp, uno aprende que a lo largo de los años, él ha hecho importantes contribuciones a cosas como “el análisis de la dispersión protón-protón” y “el desarrollo de la teoría analítica de la matriz S”. Pero por lo que mas se lo conoce es por su constante interés en las implicaciones de la física cuántica en el estudio de la conciencia. En 1959, escribió, aunque nunca publicó un ensayo intitulado “Mente, Materia y Mecánica Cuántica” anunciando ideas que eventualmente elaboraría en docenas de escritos académicos y artículos técnicos, como también en dos libros muy populares, Mente, Materia y Mecánica Cuántica (1992) y el Universo Conciente (2007). Como escribe en el Universo Conciente“ la revisión de la comprensión de la naturaleza de los seres humanos, y del papel causal de la conciencia humana en el desenvolvimiento de la realidad, es, yo creo, la cosa mas estimulante de la nueva física, y probablemente, en último análisis , también la contribución mas importante de la ciencia al bienestar de nuestra especie”.

En esta entrevista, como es todo su trabajo, Stapp se acerca a la concepción mas conservadora de la mecánica cuántica, la ortodoxa “interpretación de Copenhagen” que fuera articulada por Heisenberg y el físico danés, Niels Bohr. Pero ello no lo ha inhibido de lanzar un ataque tan apasionado como devastador a los supuestos prevalecientes de el materialismo científico que aún gobiernan nuestra era. En cierto sentido, su genialidad particular reside en la manera que combina una cierta osadía con una circunspección finamente medida. Tiene una voluntad de mantenerse dentro de las fronteras de lo que puede ser cuidadosamente y mejor comprendido, hasta el borde de lo que conocemos – y desde allí, se expande pacientemente, con el corazón de un aventurero, un poco mas allá del borde hacia lo desconocido.

Nota del editor: los conceptos que aquí se emiten son complejos. Hemos trabajado muy cerca de Henry Stapp para hacerlos lo mas accesible posible, sin sacrificar la precisión. Para una versión mas amplia de esta entrevista, que ha sido elaborada por el Dr Stapp para los lectores mas técnicos en la materia, por favor visite: www-physics.lbl.gov/-StappEditedVersion.pdf.

ENLIGHTENNEXT: En octubre pasado, lo ví dando una presentación fascinante en la Conferencia de Ciencia y No dualidad Ud. mostró una breve historia de la relación entre mente y materia en la ciencia moderna, empezando por Newton y Descartes y terminando con una comprensión revolucionaria de la mecánica cuántica. Quisiera empezar solicitándole que nos presente brevemente esa misma historia. Si recuerdo bien, ud empezó con el dualismo clásico del cartesianismo, en los cuales se piensa que la mente y la materia están completamente separados.

HENRY STAPP: Así es. En el siglo diecisiete, René Descartes concebía que la naturaleza estaba compuesta de dos tipos de cosas muy diferentes: las cosas materiales, que estaban ubicadas en el espacio, y las cosas mentales, tales como los pensamientos, ideas y emociones. El mundo de las cosas materiales, que Descartes denominaba “res extensa” puede ser descrito en un lenguaje matemático simple. Por ejemplo, le asignamos cantidades matemáticas a puntos de espaciotiempo para expresar cosas como las trayectorias de las partículas físicas, o las fuerzas de campos eléctricos o magnéticos. Por otra parte, el mundo de las cosas mentales, que Descartes llamaba “res cogitans” se describe en el lenguaje de la experiencia. Y todos nosotros sentimos que en cierto sentido, nuestro yo interno o self “es”este flujo o corriente de experiencia conciente.

Para Descartes, estos aspectos físicos y mentales de la naturaleza estaban ontológicamente separados y funcionaban de acuerdo a leyes fundamentalmente diferentes. Esta es la noción clásica del dualismo cartesiano, y también, el fundamento sobre el cual se construyó la física moderna. De acuerdo a la ley del movimiento de Newton, todo el universo físico, desde los objetos mas grandes hasta los objetos mas pequeños, es físicamente determinístico. Esto quiere decir que una descripción completa de todas las propiedades físicas que existían justo después del “Big Bang” determinaría completamente cada propiedad física de nuestro universo presente.
Por mas de doscientos años, esta idea del determinismo físico universal relegó a nuestras mentes a un papel de observadores pasivos, completamente fuera de las leyes de causa y efecto. No había una manera racional de explicar, estrictamente sobre la base de la física clásica, ni la existencia de, o algún efecto de, nuestros pensamientos concientes. Sin embargo, estos aspectos experienciales de la naturaleza, son todo lo que actualmente conocemos. Todos basamos nuestras vidas en la idea de que nuestros esfuerzos concientes intencionales pueden tener algún tipo de influencia sobre como actuamos, sin embargo, la visión clasica del mundo, nos dice que todo estuvo determinado en el nacimiento del universo y que ha estado mecánicamente avanzando desde entonces.

En 1892 William James desafió, sobre bases racionales, la afirmación basada en la física- clásica que nuestra mente era impotente. En su trabajo seminal Psicología: el curso mas breve1 el alertó a sus lectores acerca de que los supuestos subyacentes de las ciencias naturales eran “ cosas provisorias y sujetas a revisión”. Pero no fue sino hasta ocho años después, cuando Max Plank descubrió una falla real en los preceptos de la física clásica, que los científicos de ese tiempo se vieron obligados a empezar a buscar un conjunto nuevo de preceptos con lo que se podía comprender e interpretar la realidad.

EN: ¿Y ese conjunto nuevo de preceptos eventualmente sería luego conocido como la mecánica cuántica?

HS: Así es. Al principio del siglo XX, se empezaron a descubrir muchos fenómenos que eran incompatibles con las ideas de la mecánica clásica, y empezó a emerger otra matemática que fuera capaz de explicarlos.

El primer gran avance fue el descubrimiento de Planck con relación a la radiación del cuerpo negro. El descubrió que para poder analizar con precisión la energía radiante emitida por un objeto negro calentado, el tenía que asumir que la luz que provenía del objeto estaba quantizada. Contrariamente a lo que predecía la mecánica clásica, parecía que las ondas electromagnéticas podían ser liberadas solamente en unidades discretas o “paquetes” conocidos como quanta. Y para poder describir correctamente las energías de estos quantas, Planck necesitó introducir una constante completamente nueva en las ecuaciones.

Por muchos años, los científicos habían estado observando las frecuencias espectrales de la luz emitida por átomos calientes como el hidrógeno o el helio, y habían notado que la energía de la luz estaba concentrada en bandas discretas de frecuencias, en vez de a lo largo de una curva suave. Ahora empezaron a darse cuenta que estas bandas de frecuencias también estaban relacionadas de maneras misteriosas con la nueva constante de Planck. De nuevo, nada de esto había jamás emergido de la mecánica clásica, y emergió un período de gran confusión acerca de cómo entender estos fenómenos básicos.

El gran avance teórico vino cuando Heisenberg trató de modelar lo que estaba ocurriendo, y descubrió que para que las formulas pudieran funcionar, tuvo que asumir que, contrariamente a las reglas de las aritmética corriente, el orden de las operaciones matemáticas tenía importancia. En esencia, él descubrió que tenía que empezar a considerar a las cantidades matemáticas mas como acciones y menos como números. El orden de la causalidad era importante. En el álgebra convencional, a veces b es lo mismo que b veces a. Sin embargo, las formulas de Heisenberg parecían estar diciendo que no: en este caso a veces b no era igual a b veces a. Cuando se tomaban estas cantidades y las multiplicaban en un orden a veces b, se obtiene algo distinto si se multiplican en otro orden, b veces a. Había algo completamente sin sentido desde el punto de vista clásico.

Al principio esto era un gran misterio, y las personas estuvieron perplejas por un tiempo. No era solo que estuvieran desarrollando un nuevo conjunto de ecuaciones; estaban descubriendo que la manera como realizaban las operaciones matemáticas cambiaba el resultado. Una manera completamente nueva de ver el mundo estaba emergiendo, y en esa nueva manera de ver las cosas, la conciencia humana y los efectos de las acciones humanas conscientes eran una parte esencial de esa dinámica. Esto daba vuelta la idea Newtoniana donde la consciencia quedaba completamente afuera. Ahora, de repente, la mente pasaba de ser “una observadora objetiva” a ser “un elemento de interés fundamental”. Por la primera vez, teníamos desde el punto de vista de la ciencia, un pegamento natural y racional de los aspectos mentales y físicos de la naturaleza.

EN: Hoy, casi cien años después, la mayoría de los científicos todavía creen que la mente y la conciencia pueden ser reducidos a sus componentes físicos y por lo tanto son esencialmente determinísticos. De acuerdo a la mecánica cuántica, ¿donde exactamente, es que entra en el cuadro este elemento mental no determinístico?

HS: Bueno, la mecánica cuántica tiene muchas partes, y una de ellas es determinística. Está gobernada por la ecuación de Schrödinger, que es algo análogo a las leyes del movimiento de Newton en la mecánica clásica. Tal como las reglas de la mecánica clásica pueden decir cómo un sistema físico va a evolucionar en el tiempo, la ecuación de Schrödinger describe de manera muy precisa cómo va a evolucionar en el tiempo, el estado cuántico de un sistema físico. Pero hay un giro.

Una manera completamente nueva de ver el mundo estaba surgiendo, y en esa nueva manera de ver las cosas, la conciencia humana y los efectos de las acciones humanas conscientes eran una parte esencial de esa dinámica.

En la mecánica cuántica, uno puede empezar con un sistema que esta muy bien definido – digamos que tienes una partícula, ubicada en cierta región. Uno la ha observado. Con esta comprensión inicial acerca del estado de la partícula, se puede usar la ecuación de Schrödinger para predecir cómo va a evolucionar desde allí. Esta evolución, puede tener sentido de muchas maneras. Pero una vez que se deja que el sistema evolucione durante un tiempo, y un momento mas tarde tratas de ver como es, en general vas a encontrar que no corresponde más a ninguna observación posible. De acuerdo a la ecuación de Schrödinger, se ha transformado en una especie de mancha de diferentes posibilidades. De manera que esta cosa que originalmente estaba bien definida, desde el punto de vista de la observación, de alguna manera evolucionó hacia una mancha de indeterminación.

Este era un enorme misterio: las ecuaciones determinísticas por si mismas no eran capaces de darle sentido a la realidad observada. Algo estaba faltando.

Lo que los fundadores de la física cuántica descubrieron fue que para usar las ecuaciones de la mecánica cuántica para formular predicciones acerca de cosas, tu en tanto que investigador tenías que elegir un procedimiento experimental – en otras palabras, elegir una propiedad que te interesaba estudiar – y luego diseñar el experimento de tal manera que pudieras investigar esa propiedad en particular. En ese momento, y solo en ese momento, las reglas de la mecánica cuántica te podrían dar la probabilidad de que esta propiedad pudiera actualizarse cuando estuvieras de hecho midiéndola.

Esta es la primera entrada de la mente, con el observador, porque no hay nada en la teoría misma, que determine cuál es el experimento que se elegirá. Si estás tratando con la parte determinística de la teoría, – la parte gobernada por la ecuación de Schrödinger, todo estaría como una mancha borrosa. Si comienzas con el Big Bang y dejas que el estado cuántico evolucione todo se vuelve difuso. La luna no tendría un lugar específico, diferente, especial, en el cielo nocturno. Estaría dispersa como una mancha borrosa sobre todo el cielo nocturno. Igual cosa ocurriría con las montañas, las ciudades, y todo lo demás, incluyendo el cerebro de cada uno. Para deshacerse de esta mancha borrosa, y vincular la teoría de la mecánica cuántica a un fenómeno observable, es necesario introducir algo que esta fuera de la ecuación físico determinística. De acuerdo a las reglas de la teoría cuántica ortodoxa, se necesita un experimentador que decida lo que quiere medir, y esa elección se hace se hace sobre la base de alguna razón. El experimentador, tiene que estar interesado en algo. Pero cualesquiera que sean sus razones o motivos, ¡ellos no se encuentran dentro de la ecuación de Schrödinger!

El matemático, John Von Neumann, en su descripción de la estructura matemática de mecánica cuántica, llamó “Proceso 1” a esta elección del observador. Es un proceso que no esta determinado por ninguna ley física conocida, y resulta de una elección que no viene del mundo físico, sino que al parecer viene del mental. Así que la manera como funciona la mecánica cuántica es que se tienen estas leyes matemáticas que operan sobre variables físicas, y luego se tienen estas elecciones mentales de lo que se quiere investigar, y todo el conjunto calza de una manera muy hermosa. Esto es lo que trae de nuevo de vuelta al ser humano al asiento del chofer, al menos en cierto sentido. Esto nos lleva de vuelta a la posición en la cual intuitivamente sentimos que estamos. No somos solamente observadores pasivos, objetos mecánicos robóticos; de nuevo se le permite a nuestra psicología entrar dentro de la dinámica de la naturaleza, porque no hay ninguna manera conocida de que la parte física pueda hacer el trabajo por sí sola.

EN. ¿Sería correcto decir que, desde su punto de vista, la física cuántica de hecho prueba que la mente no puede ser reducida al cerebro físico?

HS. Yo no diría que lo “prueba”, pero sí que permite lograr una comprensión racional coherente acerca del hecho de que la mente y la materia son dominios distintos ninguno de los cuales puede ser reducido al otro. La formulación inicial de la teoría cuántica dividía o “cortaba” el mundo en dos partes. Había una parte bajo el “corte” que podía ser descrita en términos de la mecánica cuántica – en términos de vectores y de espacio Hilbert y de toda la maquinaria matemática que va con la mecánica cuántica. Y luego estaba la parte que estaba sobre el “corte” y que era descrita en términos de la física clásica, que trata de todo lo que vemos y hacemos en la escala humana. Bajo el corte, estamos pensando en cosas construidas sobre la base de átomos cuánticos, y los átomos cuánticos no son más puntos en el espaciotiempo. Son una especie de funciones de ondas de manchas borrosas. Arriba del corte, por otra parte, estamos tratando con lo que los observadores humanos pueden ver y hacer, es decir que estamos tratando con objetos. Estos objetos ocupan ciertas regiones en instantes particulares del tiempo, y no hay nada borroso aquí.

El físico danés, Niels Bohr dijo que donde dibujamos el corte o frontera entre el mundo microscópico de las funciones de las ondas cuánticas y el mundo macroscópico de los objetos clásicos es en cierta manera variable. Y Von Neumann usó esta variabilidad para ahondar mas profundamente en la relación entre mente y el cerebro. Imagino una secuencia de dispositivos, uno sobre el otro, donde cada uno mide el producto del dispositivo mas abajo e indica lo que ve al dispositivo mas arriba. Y mostró que a medida que uno se mueve hacia arriba de la escala de estos dispositivos de medición, uno puede también subir la ubicación del corte. Cada dispositivo es el primero sobre el corte, y uno lo describe en términos clásicos. Pero uno puedo moverlo bajo el corte y describirlo en términos de la mecánica cuántica, y las predicciones no cambian. Uno puede mover el corte paso a paso hacia arriba, arriba y arriba y arriba y las reglas se mantienen, hasta que eventualmente, tu cerebro entero y tu cuerpo quedan bajo el corte, siendo descritas en términos de la mecánica cuántica, y aún necesitas, de todas maneras, el Proceso 1 de elección para que las cosas tengan sentido. Las predicciones de la teoría aún residen en la mente del observador, aún cuando lo que esta siendo observado no son átomos pequeñitos pero objetos del tamaño y escala de los cuerpos humanos y el cerebro.

La mecánica cuántica de Copenhagen es una teoría pragmática maravillosa que nos permite captar de una manera poderosa, esta relación misteriosa que hay entre la mente y la materia. Pero no es, ni con mucho, una descripción completa de la naturaleza en sí misma.

Esencialmente, Von Neumann empujó el corte tan alto que todo lo que llamamos el mundo físico ahora estaba siendo descrito a partir de la mecánica cuántica. Hace bastante sentido describir el cerebro a la manera de la mecánica cuántica. El cerebro esta hecho de átomos, y los átomos son básicamente cosas mecánico cuánticas. Pero eso empujaba a la otra parte, a la parte mental, completamente fuera del mundo físico. Y este es el punto. Lo que Von Neumann mostró fue que dentro de la concepción mecánico cuántica de la naturaleza, la mente no puede ser el cuerpo, porque los elementos psicológicos de la teoría, siguen siendo los elementos psicológicos, independiente de donde se trace el corte. La teoría cuántica, requiere aún la interacción entre los dos ámbitos.

Antes de que Von Neumann hiciera este ejercicio, parecía que el elemento psicológico de la teoría podría estar asociado de alguna manera con el cerebro o el cuerpo. Pero no después. Ahora estamos de vuelta otra vez a una concepción de la realidad que parece mucho al Cartesianismo dual.

EN: Así que estamos de vuelta al dualismo Cartesiano – dos ámbitos separados, el de la mente y la materia – entonces ¿qué es exactamente este ámbito mental?

HS: Es lo que uno piensa y siente intuitivamente que es. El mundo mental es nuestro flujo de experiencias conscientes. Fue erróneo desde el inicio pensar que era parte del cuerpo. Realmente es algo como lo que decía Descartes: tienes estos dos ámbitos, y la mente debe ser capaz de influir al cerebro. Pero el no fue capaz de entender como están conectados. Luego vino Newton y dijo que ellos no estaban conectados. El dejó que el mundo físico funcionara independientemente de la mente, y la idea de Descartes fue eliminada porque no calzaba con la física de Newton. Finalmente, llegó Newmann quién dijo sí, estos son dos ámbitos , y están conectados, y ahora tenemos algunas leyes que nos muestran cómo funciona. Tenemos este Proceso 1 que es necesario para poner al ámbito físico en concordancia con el mental, con lo que sabemos. Así que estamos de vuelta al dualismo Cartesiano, pero ahora sabemos como ellos se relacionan entre sí – ¡al menos en el dominio descrito por la mecánica cuántica!

EN: ¿Quieres decir que hay dominios que no son descritos por la mecánica cuántica?

HS: Muy probablemente sí. Mira, la mecánica cuántica de Copenhagen es una teoría pragmática maravillosa que nos permite captar de una manera poderosa, esta relación misteriosa que hay entre la mente y la materia. Pero no es, ni con mucho, una descripción completa de la naturaleza en sí misma. No es una ontología. Y el gran problema con ello es antropocéntrico. Dice que hay una dimensión mental y una dimensión física en todo, y que se necesita la dimensión mental para colapsar la función onda. Pero es difícil imaginarse que los seres humanos somos tan especiales en el universo, que somos necesarios en todas partes para hacer colapsar la función onda. Esto estira los limites de lo plausible.

Una solución a este problema es modificar la interpretación de Copenhagen, de manera de hacerla biocéntrica, para decir que esta dimensión psíquica no está solo asociada con los seres humanos, sino con toda la vida. Esto rectifica en parte las cosas, pero también presenta otro problema. Sugiere que antes de que apareciera la vida, el universo estaba evolucionando de una manera particular y luego, apenas apareció en escena el primer pedazo de vida –algún microbio o algo – de repente el universo se puso a evolucionar de manera distinta. Esto es difícil de digerir. De todas maneras, la frontera entre la vida y la no vida, probablemente no es tan clara. ¿Dónde exactamente de dibujaría esta frontera? ¿Puede uno decir realmente que apenas apareció la primera cosa viviente, de repente se introdujo una enorme diferencia en la leyes de la naturaleza? No parece ser así.

En ese punto hay caminos. Una solución es seguir el panpsiquismo hasta el final, y decir que aún cosas como los átomos y sistemas totalmente inanimados son de alguna manera concientes, que alguna forma de conciencia es ubicua en el universo. Pero yo no veo porqué una cosa tan simple como un átomo podría ser ni siquiera sutilmente conciente. Pienso que uno se mete en problemas si uno dice que eventos de colapso cuántico siempre necesitan tener tanto un imput psíquico como un imput físico, porque entonces uno estaría obligado a seguir esta cadena de eventos psíquicos hasta el principio del universo.

Yo creo que uno puede traer el elemento psicológico en el cuadro de una manera mucho mas coherentemente racional si uno simplemente acepta que algunos eventos tienen orígenes solamente físicos. Este sería el segundo camino, que es casi el opuesto al panpsiquismo. Solo porque la teoría cuántica ortodoxa entiende que los eventos que ocurren en el ámbito humano son psicofísicos – al tener un lado mental y uno físico – no hay una razón poderosa para no creer que podrían haber otros procesos físicos que no conocemos con la capacidad de causar el colapso de la función onda, sin la intervención de algo que se le parezca a la conciencia humana. Pienso que esto es una salida, mas próxima al sentido común, de la dificultad del antropocentrismo y del biocentrismo – para dejar un espacio a la posibilidad de eventos de colapso puramente físico que se mantienen juntos en virtud de solamente leyes físicas, sin ninguna cosa mental.

EN: ¿Tenemos alguna idea de qué podrían ser estos mecanismos de colapso puramente físicos?

HS: Yo he avanzado mi propuesta personal en las segunda y tercera edición de mi libro, Mente, Materia y Mecánica Cuántica, pero es algo demasiado técnico para entrar en eso aquí. Acordémonos sin embargo, que ¡ni siquiera sabemos cuales son los mecanismos psicofísicos en la teoría cuántica ortodoxa! Sabemos que las leyes determinísticas, como la ecuación de Schrödinger, no dan cuenta de ellos. Y una vez, que uno admite que hay leyes fuera de la ecuación de Schrödinger, no estoy seguro porqué uno querría decir que todo lo que esta fuera de la ecuación de Schrödinger tiene que tener un lado mental. En esto, la mecánica cuántica tiene un vacío causal, punto. No es una teoría completa. Ni tampoco es totalmente comprendida. Yo siento que uno no tiene que ir mucho mas allá de la mecánica cuántica ortodoxa para sugerir que bien puede haber un proceso físico desconocido capaz de colapsar la función onda por sí mismo.

Una vez que uno da este paso, entonces se puede postular una pregunta muy interesante: si podemos tener eventos solamente físicos, entonces ¿porqué no también eventos solamente mentales, sin fundamentos físicos de ninguna especie? En Los Principios de Psicología, William James escribió acerca de lo que el llamaba “las fantástica leyes del apego” en nuestra vida mental, de cómo pensamiento e ideas parecieran tejer “una infinita alfombra de si mismos, como dominós en cambio constante, o como los pedazos de vidrio en un caleidoscopio”. El quería saber de donde venían estas fantásticas leyes de apego, y porqué los movimientos de la mente podían permanecer unidos de la manera que lo hacen.

Hay bastantes científicos razonables y personas de mente crítica, algunas de las cuales que yo conozco personalmente, que dicen que hay buena evidencia para cosas como la reencarnación y otros fenómenos paranormales – evidencia que ellos han juntado con considerable esfuerzo y han evaluado críticamente. ( Ver, en particular, Irreducible Mind, de Edward Kelly, Emily Kelly et al). Yo mismo he basado siempre mis escritos en ideas ortodoxas de la mecánica cuántica fundados en datos establecidos. Sin embargo, yo creo que es posible, al menos teóricamente, acomodar algunos de estos fenómenos “picaros” sin violentar demasiado la mecánica cuántica ortodoxa.

EN: ¡Vaya, nunca hubiera pensado que ud iba a decir eso! ¿Como podría encajar un fenómeno psíquico como la reencarnación, en la teoría de la mecánica cuántica?

HS: Bueno, muchos teóricos bien respetables sostienen una gran variedad de puntos de vista acerca de cómo entender la mecánica cuántica, que claramente acomodan una variedad de fenómenos que no están permitidos por la mecánica clásica. Aquí el punto central es el siguiente: si los eventos solamente mentales, como lo estaba sugiriendo, pueden permanecer unidos solamente en virtud de sus cualidades mentales, entonces hay lugar para cosas como la reencarnación. Si algo como las fantásticas leyes de apego de James, existen, y si son lo suficientemente fuertes, entonces aspectos de la personalidad podrían sobrevivir la muerte corporal y persistir durante un rato como una entidad mental perdurable, existiendo en alguna parte de la “res cogitans” de Descartes. Yo realmente no veo ninguna razón teóricamente convincente de porqué una tal transferencia de características de la personalidad de una persona muerta hacia un biosistema vivo tendría que necesariamente violar los preceptos básicos de la mecánica cuántica.

Esta observación, por supuesto, no alcanza a ser una teoría completa. Pero creo ya no se puede sostener racionalmente que las fuertes dudas acerca de la supervivencia de la personalidad basadas solamente en la creencia de que es estrictamente incompatible con las leyes físicas contemporáneas,. La opinión científica de esta cuestión, debe estar basada en el contenido y la calidad de los datos empíricos, y no en una supuesta incompatibilidad de tal fenómeno con nuestra comprensión contemporánea del funcionamiento de la naturaleza.

domingo, 6 de marzo de 2011

Máximo Sandín y su conferencia titulada Evolución: Una Bella Historia presentada en la Universidad Miguel Hernández de Elche




Para más información sobre el excelente trabajo científico del biólogo Máximo Sandín, visiten su página web oficial.